LIMA ARTE CONTEMPORÁNEO

Existe una manifestación, a la hora de emprender la investigación que precede la obra de arte, una revelación o un anuncio del tácito vínculo existente entre el proceso de una obra de arte y la obra de arte como creación en sí. Dicha huella, viva herida recalcitrante fruto de una retentiva racionada en pequeños trozos, migajas arrojadas al azar para no perder el rastro, son señales que no sólo nos trazan el imaginario del artista como tal, sino también, nos invitan a presenciar un pedazo de exención, un conocimiento metafísico, una alquimia de la imagen, es decir, la metamorfosis del mero acto.

Schopenhauer define al arte como la contemplación de las cosas independientemente del principio de la razón, es decir, mucho más unida a una esencia o a un orden natural, una categoría especial de ideas, traducidas a la objetivación de la voluntad, susceptible de numerosos grados que constituyen la medida de la nitidez y de la perfección creciente en el mundo de las representaciones. Es a través de la visualización de un proceso latente que se puede compartir esta emancipación temporal del cuerpo, embarcándose en el arduo, pero no menos reconfortante, labor de situarnos frente a una obra de arte, interviniendo con el artista que nos presta sus ojos para ver el mundo.